lunes, 19 de octubre de 2009

Con una pipa en mano, un rollo de papel higuiénico (de perritos) en la otra, el número de un centro psiquiátrico y un encendedor, llora y llena de humo sus pesados pensamientos, que divagan entre recuerdos de matices grises. Intenta olvidar.

Suspira resignada, aunque de ninguna manera acostumbrada a estar sola. La abandonó hasta la duda de la compañía. Y lo siente, inevitablemente apela a cada momento un recuerdo, el nudo en la garganta, se inundan sus ojos, la presión en el pecho, y empieza todo de nuevo, una y otra vez.